Un
dolor más rojo que el cielo roto de neón, cuando los ojos se apagan
ante el ocaso. Ante lo funesto y sombrío del sol de media noche, la
noche blanca. Fuegos fatuos inundan habitaciones, no sacian mi amor,
pero si mi cuerpo. Un revulsivo a la náusea de la inexistencia, a la
no consumación, a la falta de boceto. Sin vigor ni fuerza. Al mareo
de nocturnidad, al desfallecimiento. Por causas diversas me estoy
convirtiendo en un ser tremendamente nocturno. Por falta de afecto me
doy al sadismo y a la perversión, al maltrato propio. A la simbiosis
de carnes y alientos. Céfiro putrefacto. Me someto y me vejo. Ante
pieles eternas, ante ojos infinitos de negro.
El
deleite efímero de tu presencia.
Eres una artista.
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