En ciudades de calma...
Vivir en mi pura falta de constante, desorientados al llegar la noche a la ciudad. Confundir el sonido con el oxígeno, con el viento, y respirarlo. Palidecen las imágenes a pasos, a gotas, a latidos, y lo extraño de tu anatomía, delimitada por lineas de aire que te cortan en patrones, que te oxidan. Afonía de silencio. Seco, desnutrido de no encontrarse, porque le quita el color a todo. Pero no es algo en sí, es simplemente su ausencia.
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